Cada vez con mayor frecuencia, la planta de orquídeas es el regalo preferido para diversas ocasiones. Así que nuestros hogares se llenan de estas exóticas y bellezas, que a menudo, sin embargo, no somos capaces de cuidar adecuadamente.
Las orquídeas, a pesar de no requerir mucha agua, necesitan algunas precauciones para crecer de manera saludable y robusta. El estado de salud se refleja principalmente en la apariencia de las hojas de las orquídeas, que deben ser resplandecientes, de un hermoso verde vivo y carnosas.
Cómo lograr hojas sanas y vigorosas
Para que las hojas de las orquídeas estén sanas y robustas, deben limpiarse regularmente. De hecho, como ocurre con todas las superficies, también pueden acumularse espesas capas de polvo sobre sus hojas. Si el polvo se mantiene en las hojas de las orquídeas durante mucho tiempo, podría dar lugar a la aparición de enfermedades, incluso aquellas que no son visibles a simple vista pero que incluso pueden atraer a los piojos.
La plaga más común para las orquídeas sigue siendo la cochinilla. Las enfermedades y plagas pueden llevar a que la planta muera rápidamente, sin motivo aparente.
Para limpiar las hojas de tu orquídea de manera rápida y efectiva, existe un método sencillo: Utiliza toallitas húmedas, las mismas que se utilizan para cambiar el pañal de los recién nacidos. Asegúrate de comprar aquellas con la menor cantidad posible de productos químicos, perfumes y similares.
Las toallitas higienizantes que se emplean para limpiar las piezas del baño, por ejemplo, no son recomendables, ya que no solo tienen un aroma demasiado fuerte, sino que también pueden ser ricas en agentes químicos.
El uso de las toallitas no solo elimina el polvo de las hojas, sino que estas lucen instantáneamente más relucientes. Alternativamente, puedes utilizar una solución compuesta por agua, unas gotas de limón y un poco de aceite hidratante, como el aceite de almendras. Esta solución debe aplicarse sobre las hojas con la ayuda de un paño.
Para mantener la salud de las hojas, es fundamental empolvarlas y limpiarlas tanto en la parte superior como en la parte inferior al menos una vez cada dos semanas.
Además de la limpieza, otro consejo esencial para conseguir que las hojas sean abundantes, de color verde y carnosas, es que reciban mucha luz durante la mayor parte del día. No necesariamente hablamos de luz directa, sino de luz indirecta, preferiblemente filtrada por una cortina.
Contrariamente a lo que se podría pensar, las orquídeas obtienen la mayor parte de su luz de las hojas y no de las raíces. Sin embargo, es importante tener precaución. La luz solar directa, especialmente en verano, puede hacer que las hojas se vuelvan amarillas. La temperatura óptima, de hecho, oscila entre los 18 y los 29 grados.